Hace algunos días los jueces Buteler, Brandrán y Díaz Reyna de la Cámara Sexta del Crimen, dieron a conocer los fundamentos de las condenas en el juicio por la muerte de Tania Abrile en una fiesta electrónica, y prendieron un “semáforo anaranjado” sobre estos eventos en los que el consumo de drogas sintéticas pareciera ser una parte vertebral de la movida.
La sentencia puede ser interpretada como un ruego a las autoridades municipales y provinciales, para que directamente se prohíban las fiestas electrónicas “ya que ha quedado demostrado que se trata de una actividad de comprobado e inevitable grave riesgo para la salud y vida de nuestros jóvenes, y que además difunde la cultura del consumo de sustancias nocivas para la salud, y en beneficio de organizaciones criminales que se encargan de la producción y comercialización”. Por lo tanto, el exhorto es más claro que el agua de manantial: “Dejen de autorizar estas fiestas para evitar nuevas muertes”.
Los jueces no opinaron sobre el género musical, pero sí sobre el contexto y la cultura de los estímulos y la naturalización en el consumo del éxtasis para lograr una empatía emocional, incluso compartiendo gratuitamente la droga en un clima de “¡Qué bueno que está esto, no es peligroso como dicen y todos lo hacen!”.
Mientras nuestra sociedad transita por un claro proceso de ensimismamiento, individualismo y frustraciones varias, no sorprende que se multipliquen las ofertas químicas y cognitivas para “ser felices al menos por un rato”, y a pesar que los especialistas están hartos de explicar que estas drogas son una plaga, y que están poniendo a nuestros hijos al borde del abismo.
Es la primera vez en esta problemática, que jueces se atreven a gritar de manera desesperada mediante un fallo que debiera ser leído cuidadosamente en todos los despachos, escuelas y casas de familia. ¡Ninguno de nuestros hijos está a salvo!, ¡Ojalá los responsables de cuidarnos no se hagan los distraídos!, ¡Ojalá el éxtasis desaparezca de nuestras vidas!. El clamor es estruendoso, claro e inconfundible. Quien quiera oír,…que oiga.
EDITORIAL -QUIEN QUIERA OÍR, QUE OIGA . Por Jorge Vasalo
Read Time:1 Minute, 42 Second